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viernes, 16 de abril de 2010

estoy volviendome una parras...

A veces somos capaces de pensar todo lo que perdemos a lo largo de nuestra vida.
Amigos, momentos, recuerdos, sueños, percepciones, ilusiones, familiares, conocidos...
Creo que pensar en ello nos viene bien. Nos viene bien sobre todo para darnos cuenta de todo lo que conservamos, de lo nuevo que hemos ganado, aprendido o simplemente, lo nuevo que tenemos sin más.
No sabemos valorar. No sabemos valorar que despertarnos cada día puede ser lo mejor que pueda pasarte esa semana, ni tampoco vemos que poder andar, el simple hecho de mover las piernas, más de uno lo envidia de tí. No nos damos cuenta de que tener un plato en la mesa cuando llega la hora de comer, o abrir la nevera y ver comida, no hablo de verla vacía, llena o con cosas que te gusten menos o más, hablo de abrirla y ver algo, o simplemente, tener nevera. Tener despensa.
¿Nadie lo piensa verdad?
Yo me incluyo.

Siempre he sido de las que piensa que he nacido aquí, pues vale, he nacido aquí, pero no pienso en la gente que no ha nacido aquí. Eso es algo muy egoista por mi parte, pero de hecho, estando ahora escribiendo no doy gracias a nadie por haberme dado la oportunidad (porque en realidad es una oportunidad de tener una buena vida) de dejarme vivir donde vivo, de haberme dado la familia que me ha dado. Pero, si lo pienso, ¿a quién voy a darle las gracias? ¿A mis padres? ¿A mis abuelos por tener a mis padres? ¿A un error del destino o de una gomita? ¿O a las ganas de formar una familia de dos personas?
No lo sé, y tal vez son cosas que no deba (o no quiera) saber.

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