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jueves, 9 de junio de 2011

Te echo de menos. (*)^2.

No recuerdo si sonreía cuando lo conocí, pero si recuerdo que lo hizo cuando volvimos a encontrarnos. Recuerdo que seguía hablando como cuando nos conocimos, 5 años atrás, de la misma manera, con las mismas palabras, con la misma peculiaridad que cuando tienes 15 años… Decía que yo era demasiado pija para él, y que había cambiado desde aquel día que nos conocimos, que dónde estaban mis pantalones de campana y mis mechitas delante de la cara. Que tampoco crecí y que no le llegaba al hombro (eso le gustaba). Le dije que lo reformaría, y él se dejó reformar.
Recuerdo su brecha en la ceja, su manera de mirar y hacer que temblara toda, su boca que no hacía más que pedir a gritos un beso, sus labios carnosos, sus dientes perfectos. Recuerdo su forma de hacerme sentir lo mejor de su vida, y de hecho estuve convencida de ello durante aquel tiempo. Recuerdo esa manera que tenia de hacerlo todo especial, de convertir un pequeño detalle en un gran momento que a pesar del paso de los años no lograría olvidar. Recuerdo aquellos pantalones de militar que tanto le gustaban y que yo tanta odiaba (¡eran horrendos!). Recuerdo las maneras que tenía de llamarme, de todas las formas menos por mi nombre, cosa que en el fondo terminaba por gustarme. (PALIKAZOSLIFE). Recuerdo su sonrisa, el sonido de su risa y lo feliz que era, lo feliz que era… Recuerdo esa bandera del coche y la pegatina en la parte de atrás. Recuerdo que su música me daba dolor de cabeza, en cambio a él le daba la vida. Mi CD seguirá guardado en su coche, al igual que aquella manta naranja que le regalé en Navidades para no pasar frío. Recuerdo que tenía la calefacción del coche rota y me decía que yo era el gafe, que fue volver a verme y romperse. Yo le decía que era cosa del destino, que ella quiso desde ahí arriba que volviéramos a vernos, que se produjera lo que no pudo pasar 5 años atrás. Recuerdo el día que colgué mi pulsera del retrovisor de su coche, dijo que cada vez que lo viera nos recordaría a las dos, y en ese momento supe que ella estaba haciendo lo mismo que yo; llorar.
Lo recuerdo a él, entero, punto por punto. Y si cierro los ojos aún puedo sentirlo, pero todo en silencio, todo con un interminable y desquiciante silencio que no se marcha, que no me deja oírle, escucharle hablar, recordar su voz… Algo tan tan simple como RECORDAR SU VOZ…



AL MEU CEL.

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