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martes, 4 de noviembre de 2014

Iaia...

Sé y soy consciente de ello, que tu camino está llegando a su fin. Que lo de hoy ha sido como una señal, como un aviso, como un "guarda este momento para cuando no esté".
Y eso he hecho... todas las lágrimas que he contenido esta mañana son las que tiro ahora. Me cuesta muchísimo dormir hoy. Me mata el cansancio pero me supera el no saber si esto es un final...
Dicen que cuando una persona se muere tiene tres días de lucidez, tres días buenos. Y yo soy una egoísta, por pensar que mañana mamá me dirá "sigue igual, como siempre". Significará que no te marchas y no sé si sufres, no sé si te duelen las cosas o si llegas a distinguir a estas alturas de lo que es el dolor... siento que te fuiste hace mucho, que la esencia, el alma de mi abuela no sigue en esta vida, y que tu cuerpo vaga de la cama al sofá aguantando una batalla tras otra, un obstáculo tras otro, con pequeños momentos en los que demostrar que sigues activa mentalmente.
Sin embargo soy egoísta, mucho, y quiero que siga aquí ese cuerpo sin alma. Ése al que puedo abrazar y sentir, al que darle cariño, al fin y al cabo sólo estoy intentando devolver todo el cariño que tú me dabas con esos besos que tanto echo de menos ahora. Sólo intento seguir añadiendo sonrisas y pequeños gestos a la lista de recuerdos, para cuando tú te marches para siempre, seguir pensando que no me quedó nada por decirte.
Ahora sólo me queda esperar y volver a pensar que esto ha sido otra batalla más que has conseguido ganar, que hemos ganado todos, porque en las familias remamos todos para una misma dirección.

No quiero una navidad sin ti, no aún... Lo tengo todo ahora, no puede irse un pilar en mi vida...

Te quiero mucho abuela, mucho.

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