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jueves, 18 de febrero de 2010

¿A quién le cuentas las cosas que no le cuentas a nadie?


Llueve. Apenas ha dejado de hacerlo en toda la semana.
Mi mayor refugio es estar aquí, frente a la pantalla del ordenador, con la música puesta en el volumen idóneo, y la persiana totalmente subida para poder contemplarlo todo desde aquí.
Es como mi punto privilegiado en la casa.
A veces imagino que es como lo ve ella todo desde arriba. Ver a la gente cruzar la calle, corriendo, poniéndose algo sobre la cabeza (parece que la crisis afecta hasta para comprarse paraguas, porque en mi barrio no tiene importancia eso de no llevarlo).
Los charcos cada vez son más y más grandes, y ni los coches al pasar sobre ellos consiguen que dejen de crecer.
La repisa que separa la pared de mi casa de la calle poco a poco se oscurece, normalmente está marrón, y cuando llueve termina negra o gris oscura, dependiendo del temporal. Supongo que son cosas sin importancia en las que nadie se fija, y sin embargo, yo, cada vez que veo llover, miro la repisa, para ver de qué color es el día, y cual es la intensidad de la lluvia.
Mis últimos días están como la lluvia, que no saben ni de qué color ser.
Pero estos días siempre terminan viniéndome bien. Me sirven para hacerme darme cuenta a mi misma de todo lo que necesito, todo lo que pierdo, de todo lo que carezco y todo en lo que cometo errores.
Y lo que necesito es simple, y sin embargo, tan jodidamente complicado que se cumpla...
Lo que pierdo es lo que no aprecio lo suficiente, lo que carezco es lo que no necesito ni creo necesitar, y los errores, aquello que está unido a mi, tanto como mi uña a la carne (que por cierto, dentro de nada me empiezo a comer el dedo).

¿Nunca has pensado en eso antes de dormir?
Esas son las cosas que yo no le cuento a nadie, y soy de las personas a las que les queman las palabras ocultas en la boca. ¿Qué hacer con los secretos que son solo tuyos?
Normalmente un secreto es de dos. El que lo escucha y el que lo cuenta, o bueno, tal vez de dos que lo tienen, porque en realidad no existe secreto si solo una persona lo sabe.

Creo que empiezo a delirar. Al fin y al cabo, lo mejor es que siga aguantando el calor de esas palabras en el interior de mi boca, llegará un día que se apagará su llama...Como con todo en esta vida.

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