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lunes, 19 de noviembre de 2012

Enséñame a rozarte lento.

Lo que iba a ser una tarde productiva de autoescuela se ha convertido en un quebradero de cabeza de pensar de más, y de echar de menos. Y ni una ni la otra debería hacerla. No sé ni para qué se me pasa por la mente (y el corazón). Yo también fui feliz ahí, también lo fui y soy consciente de ello, entonces no sé por qué cojones me duele esto. Porque sí, duele, y cuando algo duele... mal rollo. Aún así masoca de mí sigue aquí, delante del ordenador, viendo una detrás de otra. No entiendo esto que me pasa. No se puede echar de menos algo que nunca se ha tenido, ni tampoco echar de más algo que tienes y puedes tener casi a cada segundo. Quizás lo que todo el mundo decía que tenía que pasar pasó. Y que nadie crea que lo he buscado. Esta es la mayor putada que me estoy pudiendo hacer, lo peor de todo es que no sé cómo cambiarla. Eso es quizás lo peor de todo... [Yo espero si tardas, porque creo que te debo MUCHO]

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