Páginas

sábado, 9 de febrero de 2013

Elevo hacia el infierno...

Casi no sé explicarlo. El hecho de no querer cometer errores quizás nos hace cometerlos aún más veces. El miedo de volver a sufrir, el miedo a lo desconocido, o tal vez a lo demasiado conocido. No somos capaces de asumir situaciones de riesgo sin buena recompensa, sin un buen por qué. A veces deberíamos ser menos temerarios.
Salir a la calle lloviendo sin paraguas, pisar los charcos, sin miedo a mojarnos, sin miedo al qué pasará mañana, algo tan simple como un resfriado.
Si todo lo importante lo redujésemos a un día de lluvia...
Qué fácil resultaría vivir...

Yo creo que quizás lo soy demasiado, que me puede el miedo al qué dirán, el miedo a volver a caer en la misma piedra, a que una historia se repita una y otra y otra vez. Miedo a no poder hacer nada, a no saber remediarlo, miedo de mí, de cómo no logro ni controlarme en ciertas situaciones. Miedo al fracaso, a sentirme así de verdad, no sólo de boquita. Y admito que es muy muy difícil no sentirse así a veces. Cuando ya van tantos años, tantas vueltas, palos de ciego... En realidad a lo que tengo miedo es a que esto siga así, no tener una ambición factible, a no tener sueños reales, a no tener una motivación, algo tan tan simple como eso. Pero no cualquier motivación, una mía, una PARA MÍ. Creo que después de casi 22 años es hora de empezar a ser egoista, dar el punto exacto que me dan, dejar de dar el 100% en todo y que aún así siga siendo un 0 a la izquierda. Tengo la absurda costumbre de pensar antes en los demás, de ver algo y en vez de pensar "esto para mí" siempe me viene alguie por delante de esa frase. Y NO. Luego espero demasiado de la gente, hasta de mí misma y me vuelvo (vuelven) a decepcionar. Con lo simple que soy yo, por dios... Tan tan simple que se ve que rozo el límite de la fina línea que lo separa de lo complicado...

Me prometo a mí misma que fotografía será mío, que escribir morirá conmigo y que se acabó de pensar en los demás antes que en mí misma. Al fin y al cabo, sólo llegan patadas por todas partes, o patadas o indiferencia. No sé qué es peor.


Como se dijo en Anatomía de Grey "No importa lo fuerte que seamos, los traumas siempre deja cicatrices, nos siguen hasta casa, cambian nuestras vidas..."

Y a mí no me caben más cicatrices, no me caben más fracasos ni fracasados...
HASTA AQUÍ.

No hay comentarios:

Publicar un comentario