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domingo, 19 de septiembre de 2010

Quizás ( II )

Con el tiempo terminas por asumir ciertas cosas (o más bien aprendes a vivir con ellas).
Es cómo dormir cada noche con el ronquido de tu padre luchando con las puertas cerradas de toda la casa, o cómo escuchar la tele a la vez que el vecino de 7 años toca la flauta, o cómo estudiar con el taconeo de la vecina de arriba.
Aprendes a vivir con las pérdidas (y créeme cuando te digo que eso con 19 años que tengo no es algo con lo que soñé de pequeña al verme “mayor”), aprendes, aprendes a tener tu tiempo de llorar (aunque eso, debo decir, que lo aprendí gracias a la psicóloga), aprendes a ponerte límites, límites a la hora de soñar, porque llega un momento en el que tus sueños ya no son sueños, y terminan por convertirse en pesadillas que repites una noche tras otra, límites a la hora de imaginar (por mucho que eso me duela, y te ASEGURO que me duele y mucho), límites a la hora de enamorarte, porque después de tanto desamor empiezas a creer que esto es un chiste, límites en los comienzos, límites en la forma de actuar porque todo lo miran con lupa y lo que no es porque tienen fotos que se pueden ampliar, límites, mil límites, y para todo. Aprendes a desconfiar (qué palabra tan desagradable, pero qué necesaria es en mi vida), a desconfiar en la primera impresión, a no lanzarte a la piscina sin antes comprobar que tiene agua y que no vas a hacerte daño. Aprendí que la gente habla, inventa, y si puede decir que tiene pruebas sin tenerlas, lo dice, y aprendí a dejar de escuchar a esa gente, a esas mentiras (aunque a más de uno le haga falta aprender eso también, pero el tiempo lo da todo). Aprendí que la gente hace daño, conscientemente o no, lo hacen, y ese daño, es daño es mucho peor que el físico, porque no hay vendas que lo tapen, mi pastillas que hagan disminuir su capacidad de actuar, ni nada que lo cure. Aprendí que "los amigos", no son lo mismo que "los amigos" y que esa diferencia es lo mejor que puedes aprender en tu vida. Aprendí a no ilusionarme, directamente, y casi sin explicaciones.


[CONTINUARÁ...]

2 comentarios:

  1. simplemente tus ultimas entradas me estan sorprendiendo gratamente. Tienes mucha razón, muchísima. Para el dolor no hay una cura, sólo en algunos casos el antídoto es el tiempo y, otras veces, ni eso. Estoy muy orgullosa de tí, poco a poco te vas superando. Enohrabuena. Y, respecto al escrito, a veces hay que aprender a olvidar. Pasaté por mi blog cuando puedas. Muchos besitos y ¡ÁNIMO! ¡¡Qué la vida son dos días!!

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  2. No es que me vaya superando, solo que hay veces que tienes que soltar todo lo que sientes en realidad sin importarte a quien puedas herir, porque llega un momento en el que te han hecho tanto daño que no pueden dolerte más cosas...

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