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viernes, 7 de febrero de 2014

Jueves noche.

... Quizás nunca logramos percibir la felicidad. Creemos ser felices, creemos tenerlo todo, hasta que la vida avanza, te sorprende y hace que lo que creías que era lo mejor del mundo se quede en un mísero grano de arena en toda una playa.
Quizás eso es lo bonito de la vida. Nunca tocar del todo el máximo, que quede la esperanza siempre que hay algo mejor o que algo mejor vendrá.

Y si esto no es lo máximo no quiero pensar dónde está el límite.

Rozo la felicidad, aunque admito que no me saco de la cabeza ese murmullo que me dice que el momento ha llegado, que ha llegado el final, la despedida. Y la semana ha sido una eternidad. Sólo quiero llegar a Novelda mañana, dejar la maleta y correr a casa de la abuela y verla, acariciarle la cara y notar cómo su respiración se relaja, cómo se le cierran los ojitos y suspira como lentamente.
Quizás le estoy dando más importancia de la que debo pero jamás he tenido esta sensación y creo que no me la voy a quitar de la cabeza hasta que mis ojos sean los que comprueben que está bien, bien dentro de lo que cabe... Por mucho que mamá me diga que ya respira con normalidad y que no llora y por muchas fotos que me mande suyas cada mañana... En el fondo me hace sonreír pero nunca consigo que no se me escape una lágrima.

Maldito cuéntame lo que me hace escribir... Dicho esto buenas noches, mañana maleta y a casa, esta semana con muuuuuchas ganas de ver a la familia, de entrenar y jugar y de la sesión de fotos con mi Cris con la analógica :)

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