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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Anatomía de Grey. Compasión por el demonio.

"Mi madre solía decir lo siguiente sobre la residencia: “tardas un año en aprender a
cortar, y una vida a aprender a no hacerlo”. De todo el instrumental quirúrgico, la
sensatez es el utensilio maestro, sin ella no somos más que niños correteando con
bisturíes.
Somos humanos. Cometemos errores, malinterpretamos, tomamos decisiones
incorrectas, pero cuando un cirujano se equivoca no es tan sencillo. La gente se hiere,
sangra, así que luchamos en cada punto, agonizamos en cada sutura porque los juicios
precipitados, las decisiones que tomamos sin pensar, sin vacilar… son las que nos
persiguen eternamente."



Luchando en cada punto y agonizando en cada sutura...
Creo que al fin y al cabo estamos hechos para eso. No existe la perfección, osea no creo que exista una perfección, sino algo perfecto para cada uno, algo perfecto para un gusto determinado, un gusto concreto.
Nos empeñamos en buscar la perfección en sí y no nos damos cuenta de que lo que tenemos que hacer es buscar la perfección de las cosas.
Lo perfecto que puede ser ver un tren pasar.
No hay nada más bonito que un abrazo de esos que conforme pasan los segundos aumenta de intensidad.
Una sonrisa en medio de miles de personas. Quizás hayan sonrisas más bonitas que esa, personas más bonitas dueñas de una sonrisa perfecta, sin embargo logramos hacer desaparecer al resto de personas, al resto de sonrisas y conseguimos centrarnos únicamente en una. Esa es nuestra perfección.

Ahora pienso en hace unos años, bastantes atrás de los que tú (sí tú, el que está detrás de estas palabras) piensas. Remontándome a épocas en las que carecía de preocupaciones, que una victoria con el equipo del cole era algo más de la semana, que los sábados de casa de la abuela era como pestañear. La perfección existía cuando llegaba la mañana de Reyes y me levantaba a despertar a mi hermano para ir al salón y abrir los regalos. Quizás ahora que lo pienso la perfección no era eso, sino poder tirarme encima de mi hermano entre risas y nervios. Dar dos besos y un abrazo a mis primos cada sábado, tenerlos mínimo una vez a la semana. Jugar, sentir el balón de baloncesto en la yema de mis dedos, notar su tacto rugoso, recorrer sus líneas mientras Juanan explicaba. Pasar frío, ir sin ganas y casi siempre terminar de risas. Eso era realmente lo perfecto de aquella época.
Valoramos las cosas cuando no las tenemos, o quizás no las tenemos de la misma manera.
Mataría por poder jugar de nuevo, y es triste que algo tan tan simple no pueda cumplirse con tanta facilidad.
Ahora busco la perfección donde sé que puedo encontrarla. Pequeños detalles, gestos, actitudes.
En un "gracias" después de una frase bonita. En un "te quiero" de los labios que espero. En esa sonrisa perfecta. En esas conversaciones que quitan el sueño. En ese dolor de barriga de tanto reír. En ese "estoy aquí" sin decir nada más mientras las lágrimas caen solas. En esas canciones que me mandas y me hacen pensar tanto en los dos. Ese "este año estoy yo aquí". En ese preocuparse por mí. Ese verme con dos gasas en la boca llenas de sangré y acariciarme la cara. En ese secarme las lágrimas. Ese PENSAR POR MI. En esos recuerdos que seguirán aquí el resto de mi vida. En esa protección indirecta, sin que me entere, sin que me de cuenta.
Busco la perfección en quien sé que la conlleva.

Y tengo que admitir que este año ha tenido demasiadas cosas perfectas. Así que GRACIAS, por hacer que lo malo se olvide de tanto TANTO bueno.
Y a ti y a NEFE3P los primeros.






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