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jueves, 18 de marzo de 2010

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A veces me pregunto cómo seguiría la vida si yo no estuviera, al igual que imagino como sería ahora mismo la mía si Luisa no se hubiera marchado, o si aquel cáncer no hubiera matado a la madre de mi amiga, o si el padre de mi primo siguiera vivo cuidando de sus escasos 3 añitos y llevando a buen puerto el bar, o si el tío de mi erre, ese al que tanto quería no se hubiera marchado aquel día, o si el padre de mi Cris siguiera aquí. Lo del abuelo, puff, lo del abuelo habría pasado tarde o temprano. Que sí, que con 74 aun podía haber aguantado un poquito más, podría haber visto como me enamoraba y como me rompían el corazón, y podría haber comido algún que otro domingo más con él, pero, al fin y al cabo, la gente envejece, y el envejecimiento trae consigo la muerte.
Ahora mismo, cada vez más cerca, está la mía. Cada día que pasa es un día menos de vida y un día más cercano a mi muerte. (Qué pesimista por Dios!)
Creo que no mucha gente notaría mi ausencia por aquí. Estoy absolutamente segura que a unos cuantos les afectaría, que otros tantos llorarían pero tan solo por el hecho de no volver a escuchar esa voz de pito mía, y otros, otros simplemente le darían el pésame a mis seres queridos y pensarían "es una pena", nada más.
Sé que habrían personas que hablarían conmigo a pesar de yo no poder contestar, al igual que yo lo hago con Luisa.
Es extraño, o puede que incluso hasta raro, pero yo hablo con Luisa, en realidad le hablo al vacío que dejó, a la sensación de soledad que ahora me invade, a, tal vez, el recuerdo que conllevo y no quiero olvidar. Le hablo al dolor, a la pérdida, a la injusticia, y le hablo, sobretodo, porque yo pienso que ella me escucha, que ella está aun que aparentemente no podamos verla. No soy la primera y creo que no seré la última que pueda notar que alguien sigue ahí después de muerto.
Jamás pensé que creería en esas cosas, hasta que el abuelo murió y a mi me parecía oler su perfume por todas partes. Siempre pensé que sería una coincidencia pero cuando Luisa murió me lo autoconfirmé a mí misma.
Hay cosas que no se pueden contar, cosas que están como prohibidas decir en alto, y esta es de las que si las cuentas te toman por loca. Yo tal vez soy prudente y no las cuento por miedo a que me tomen por loca. Ya lo hicieron una vez cuando la gente fue enterándose de mis visitas semanales al psicólogo del colegio, pero a mí sinceramente me hacía falta en aquel momento. Nadie quería hablar de la muerte de luisa, a nadie le gustaba leer en ningún lado como yo escribía como ella, y lo que pasaba tal vez es que nadie se daba cuenta de que yo necesitaba soltarlo.
No sé por qué hice caso, porqué dejé de escribir sobre ella, si en el fondo sabía que no estaba haciendo nada malo.
Fue un tema bastante polémico, y tuve que ponerle fin. En realidad no le puse fin, tan solo un punto y aparte con el que continuar cuando las aguas volvieran mínimamente a su cauce.
Las aguas nunca volvieron a su cauce, y dudo que algún día lo hagan, pero el caso es que yo dejé de escribir sobre ella, o por lo menos poner su nombre. En el fondo todos mis textos llevaban algo que le pertenecía, algo que alguien iba a llegar a saber que era por ella.
No entiendo como podía estar haciendo daño con aquellas palabras, jamás dije algo que pudiera doler.

Hoy he leído textos de ana, su hermana. He temblado con la primera palabra. La verdad que aún no sabe redactar, lo intenta, que es un comienzo. Si continua puede llegar a ser buena escritora.
Las malas experiencias, como esta, suelen sacar mucho partido al subconsciente. Se hacen muy buenas historias y al haberlo vivido se le da el toque del realismo y suelen salir bastante bien.

Buff me he ido, me he ido totalmente. Me he puesto a subir fotos de ibiza al facebook y ya me he ido. Continuaré otro día, o más tarde, dependiendo de si a alguien le da por querer ver el partido del Atlético conmigo o no, jajaja.

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