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lunes, 25 de octubre de 2010

7.

El día que fabriqué nubes, el cielo se tiñó de blanco y la luz era reflectante,
Las calles se impregnaban de un olor intensamente dulce (como el de un pastel recién sacado del horno).
Me hacia sentir libre, la adrenalina subía con cada soplido, absorta por la sensación que me hacía sentir.
Soplé y soplé hasta desmayar perdida entre la espesa niebla que había creado...

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